La tesis de doctorado que hago se relaciona mucho con la teoría conspiratoria sobre todo en momentos como este: cómo recurrimos a las historias para enfrentar realidades difíciles. Durante milenios fueron mitos y leyendas; actualmente pueden ser boletines de prensa o este tipo de rumores.

La teoría conspiratoria es una manera de buscar sentido frente a una realidad que nos sobrepasa y que puede parecer incongruente en los hechos. Estos rumores puede volver verosímiles dichos acontecimientos hilándolos de manera narrativa. Eso no quiere decir que sean ciertos.

Es más un mecanismo de nuestra mente. Sólo mediante construcciones narrativas podemos hilar y comprender pasado, presente y futuro posible (como dice Riceur.) Lo mismo pasa con causa y efecto. Por eso recurrimos a las historias para tratar de entender.

Es curioso que entre los más fervientes defensores de las teorías conspiratorias haya siempre ateos militantes. Más que curioso es paradójico, pues Popper subrayó qué tan parecidas pueden ser estas teorías con la superstición o la religión. Una vez que Dios queda cancelado, ¿quién ocupa su lugar? ELLOS. Las semejanzas entre Él y Ellos son muchas: son omnipotentes, omnipresentes, inaprehensibles, están detrás de todos, su voluntad siempre se cumple y hasta se mueven de maneras misteriosas.

Esto no quiere decir que no haya conspiraciones y conspiradores. Pero sí que debemos tratar con cuidado las versiones en las cuales Ellos son los culpables y gracias a eso todo embona.

En el seguimiento a la epidemia me he topado con cualquier cantidad de teorías conspiratorias. Creo que no es el momento compartirlas. Lo que sí comparto son estas tiras que mandó Gerardo Serrano a la lista de Sogem. No sé quién es el autor ni de dónde vienen, así que mientras me entero las pongo directo con un enlace al sitio origen.