Este domingo salió en El Angel de Reforma un reportaje sobre el uso de gadgets en el arte. Acá va un cachito:
El empleo de la palabra gadget se ha extendido casi tanto como el uso de los aparatos que nombra, como el celular o el iPod. Aunque ahora se relaciona casi exclusivamente con lo electrónico, el origen de la palabra es del siglo XIX cuando hacía referencia a pequeñas herramientas mecánicas. En su momento la pluma fuente fue un gadget y otras invenciones posteriores permitieron el surgimiento de nuevas disciplinas artísticas, como la fotografía y el cine.
Hoy los dispositivos digitales, junto con maneras cada vez más colectivas de experimentar Internet, se integran y transforman nuestra vida rápidamente. ¿Sucede lo mismo en el arte? ¿Es posible que estos artefactos y sitios lleguen a ser una extensión de nuestra imaginación y nuestra memoria, algo que Jorge Luis Borges atribuía sólo a los libros?