Al despertar me tallé los ojos. En vez de la arena suave que mis dedos acostumbran remover por las mañanas, descubrí algo más sólido en las comisuras de los párpados: diamantes, diminutos y resplandecientes. Era natural, había pasado la noche soñando con el brillo en la mirada de Claudia.
Duermevela
por Gonzalo Soltero | Sep 13, 2007 | Sin categoría | 1 Comentario
Qué bonitooooo! Y ahora mejor que regreses, ya!