«Esto sólo pasa en México», dirán varios. Llueve tanto que la ciudad de México se anega. Al mismo tiempo hay escasez y racionamiento de agua, que sobra sobre las banquetas y falta en las cañerías.
En realidad yo creo que pasa en demasiados lados y va a pasar cada vez más. Y no me aguanto decirles que se los dije:
«Las cañerías y demás entubados se dislocarán hasta desangrarse. Su colapso y mezcla traerá efectos imposibles de remediar y disparará los niveles de contaminación. Una ciudad sedienta dejará de recibir agua potable (no así las ratas), al mismo tiempo que las aguas negras cesarán de abandonarla y se verterán en ella.»
Sus ojos son fuego, p. 137 (1a ed.)
Y todo en el marco del grito de Independencia. Conste.