Ahora, en el contexto del muy afortunado documental Presunto culpable, me topé con dos subrayados que curiosamente vienen mucho al caso.
El primero un epígrafe al capítulo XLI de Rojo y negro de Stendhal, que trata sobre el proceso a Julien Sorel.
«Todo el país recordará durante mucho tiempo este célebre proceso. El interés por el acusado fue extraordinario; la razón era que su crimen resultaba extraño, y por tanto no repugnaba. Aunque hubiera sido espantoso, ¡era tan atractivo aquel hombre!… Su desmedida suerte, cortada de raíz, acrecentaba la ternura. ‘¿Le condenarán?’, preguntaban las mujeres a sus conocidos, palideciedo visiblemente.» Sainte-Beuve
Y el segundo viene del capítulo octavo en El proceso de Kafka.
«La particularidad consiste en que Leni encuentra hermosos a la mayoría de los acusados. […] Si se los mira bien, la mayoría de los acusados sí son bellos. Es una apariencia singular, casi una categoría de las ciencias sociales. Los acusados son los más bellos. No es la culpa la que los embellece, porque –al menos hablando como abogado– no todos son culpables, tampoco la condena justa los embellece, porque no todos son condenados, o sea que la explicación tiene que ser por el proceso mismo que los convierte en acusados.»